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20 DE Octubre 2024 - 02:07
El sector empresario dejó en claro en el 60° Coloquio de IDEA una preocupación generalizada por la situación económica y social del país. Propuso la participación activa de cada compañía en la formación del personal, desde su ingreso, para que cuente con los conocimientos y el manejo tecnológico que requiere su desempeño. Respaldó la reforma del Estado y reclamó la consolidación de las instituciones y jueces probos e idóneos.
La consigna del Coloquio fue "Si no es ahora, ¿cuándo?". La pobreza, el bajo rendimiento educativo, la falta de competitividad y el desempleo muestran el enorme retroceso del país en casi todos los rubros que marcan el crecimiento y el desarrollo. Argentina se encuentra en los peores lugares en materia de inflación y recesión y, durante cincuenta años, ha venido decayendo en términos de igualdad social, educación y calidad de vida.
Frente a esa historia reciente y dolorosa, observan en el gobierno libertario algunos logros notables y una tendencia a un cambio de cultura. Aplauden las medidas de ajuste que lo hicieron posible, pero no disimulan sus reservas con respecto a la continuidad y sostenibilidad del proyecto.
Durante el encuentro, ni el presidente Javier Milei ni los ministros Luis Caputo y Federico Sturzenegger se arriesgaron a sostener que "si no es ahora, nunca", lo cual hubiera sido temerario. Sin embargo, funcionarios y empresarios coincidieron en que la actual coyuntura ofrece la oportunidad de un cambio histórico, por el escenario que presenta el mundo, los niveles de la crisis y los recursos naturales del país. Todos reconocen que el retroceso de la inflación, la caída del dólar, el desendeudamiento del Banco Central y la reducción del gasto público, hasta bajar a cero el déficit fiscal, fueron logros que se alcanzaron sin una catástrofe financiera, como se pronosticaba hace diez meses, junto con profecías de un estallido social que no ocurrió.
Ese reconocimiento no significa que los empresarios, al fin y al cabo, protagonistas del empleo genuino y la inversión, compartan el tono celebratorio de Milei, Caputo y Sturzenegger.
El país necesita urgentemente mucha inversión, punto clave para frenar un estancamiento productivo que comenzó en 2011. Pero la inversión requiere previsibilidad y seguridad política, legislativa y jurídica. No basta con el reconocimiento del presidente y su invitación a reinvertir en el país. La reinversión requiere, primero, utilidades.
La minuciosa descripción del ministro de Desregulación y Transformación del Estado en el Coloquio mostró un entramado asombroso de trabas a la actividad y de superposición de impuestos entre los nacionales, provinciales y municipales. Y aunque aseguró que no hace falta una reforma tributaria, es evidente que deshacer esa maraña es necesario pero insuficiente para construir el equilibrio tributario y garantizar el financiamiento de todas las áreas esenciales del Estado.
Los empresarios no creen en la magia de la "motosierra", sino que consideran imprescindible un Estado fuerte, que facilite la actividad productiva y agilice y destrabe las exportaciones. Un Estado eficiente para conducir la reforma educativa, la salud pública y la política social. Un Estado que funcione. Por eso esperan algo más que la administración de las cuentas públicas: necesitan definiciones de un proyecto global del gobierno, con metas y plazos, y la certeza de que con buenas políticas será posible consolidar un proceso que no deje a la sociedad librada a la suerte de los cambios de clima político interno ni a los que necesariamente van a llegar desde un mundo claramente en transición.
Hoy se percibe un clima de confianza y expectativas mucho más optimista que hace un año. Pero también se reconoce que queda mucho por hacer en los tres poderes del Estado para que ese estado de ánimo se convierta también en seguridad y entusiasmo.