La sanción de la ley que establece el sistema de boleta única de papel para todas las elecciones nacionales representa un paso adelante hacia el fortalecimiento de la institucionalidad democrática. Es una instancia importante que simplifica el acto electoral para que el ciudadano pueda elegir en un acto voluntario y reflexivo, en cada categoría, su opción entre todas las listas partidarias. De ese modo, se elimina la llamada "lista sábana" y el efecto de arrastre de un candidato que le garantiza el voto al resto de la boleta.

Al ser boleta única, todas las opciones están a la vista. Aunque solo figurarán las cabezas de cada nómina, las listas completas de candidatos y suplentes estarán presentadas en forma clara y visible en afiches de cada partido o frente. Por otra parte, se elimina automáticamente la muy frecuente destrucción de boletas en las mesas que llevan a cabo algunos punteros para sacar ventaja en los resultados.

El sistema garantiza transparencia y facilita la fiscalización. Las actas firmadas por autoridades de mesa y fiscales serán enviadas de inmediato a los centros de cómputos, tanto del tribunal electoral como de los frentes.

La esencia de la democracia es la representación genuina de las visiones diversas de la ciudadanía. Por eso, en los poderes legislativos, se debe garantizar la proporcionalidad de la representación. Es una falacia hablar de "voluntad popular"; en una sociedad libre y democrática debe respetarse la pluralidad.

Esta sanción vuelve a poner un interrogante sobre la transparencia del voto electrónico. Son muchos los países en los que el sistema ha sido desechado porque tras el escrutinio de cada mesa se genera un espacio de vacío de control donde la tecnología puede ser utilizada para el fraude.

El voto electrónico deja espacio para la manipulación de resultados, y además, representa un gasto excesivo por la contratación de los servicios de una empresa tecnológica. Ahora, el Estado solo deberá hacerse cargo de imprimir una boleta de papel por cada empadronado más un pequeño plus de reserva, para evitar inconvenientes eventuales.

Otro ahorro sustancial será la eliminación de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) que de por si duplican los costos sin beneficio institucional. Asimismo, el sistema obliga a los ciudadanos a votar hasta seis veces en el mismo año, lo que desvirtúa la delicada seriedad que supone el acto de elegir, y aumente el hastío generalizado que termina generando la política.

Las PASO fueron concebidas para resolver las dificultades de los partidos políticos para transparentar sus elecciones internas y compensar la nula participación de afiliados en esas ceremonias.

Lo que debería resolverse, y eso depende de los partidos, es la incapacidad de modificar los discursos, adecuar el pensamiento y los proyectos a la realidad presente y a las exigencias de un mundo que avanza vertiginosamente.

Hay muchos indicadores del retroceso de la calidad democrática. El deterioro económico del país, las ambigüedades y el oportunismo de muchos políticos y la falta de claridad ideológica de los partidos facilitan la aparición de líderes improvisados, el reflotamiento de utopías y la distorsión de la representación republicana.

Las PASO no fortalecen la institucionalidad de los partidos políticos y por eso proliferan los "espacios" creados en las redes sociales, valiosas como nuevo instrumento de comunicación, pero que no ayudan a la reflexión y facilitan, más bien, la manipulación de la información.

Los tiempos cambian, pero la democracia, hoy jaqueada en Occidente, sigue siendo el único sistema que se opone a las autocracias y al absolutismo de las dictaduras.

La boleta única de papel es una contribución para mejorar la calidad democrática. Y revitalizar la democracia partidaria sigue siendo la gran asignatura pendiente de nuestra sociedad.

Por eso, las provincias deberían sumarse a una nueva etapa del país.