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Calles y rutas convertidas en ríos, y vecinos atrapados en sus propios hogares. Las promesas de obras hídricas siguen siendo palabras vacías ante daños que cada vez son más graves.
4 DE Noviembre 2024 - 01:40
Cada vez que el cielo se descarga sobre el Valle de Lerma, la población revive la pesadilla de calles anegadas, autos arrastrados, y barrios sumergidos. Las calles se vuelven ríos y los arroyos, desbordados sin control, escurren sus aguas hacia zonas urbanas, sin que haya obras hídricas que contengan la devastación. Año tras año es lo mismo. La diferencia de estas lluvias, es que están sucediendo en noviembre y no en temporada estival.
Los ríos Rosario y Toro, y los arroyos de La Silleta y Nogalar, y los canales de las fincas obstruidos, se suman al desborde de rutas que, en teoría, deberían estar preparadas para soportar el crecimiento poblacional y el cambio climático. Sin embargo, las rutas nacionales 68, 51, y las provinciales 23 y 36, tan esenciales para la conectividad de la región, se convirtieron una vez más en canales improvisados para las aguas, revelando la ausencia total de planificación y mantenimiento.
La ruta 68, en particular, sufrió los embates en diferentes tramos. Entre Cerrillos, La Merced y El Carril, la carretera se transformó en un cauce de agua y barro, donde la circulación fue imposible. Unos incautos vecinos, antes de la lluvia, intentaron cruzar la zona de La Florida hacia el Mollar en Chicoana. Su vehículo quedó atrapado, porque el río comenzó a crecer. Los ocupantes del rodado se salvaron de milagro. En la 68 sobre el Paraje Las Pircas un motociclista fue arrastrado por el caudal que cruza la ruta nacional. El joven fue auxiliado por otros vecinos que intentaban pasar por esa zona inundada.
Mientras que los pocos que intentaron cruzar la ruta 68 se enfrentaron a un paisaje desolador, donde el agua no sólo bloqueaba el paso, sino que erosionaba la calzada misma.
La situación fue aún más grave al sur, entre El Carril y Coronel Moldes, donde la ruta 68 recibió el caudal desbordado de los campos aledaños. En La Florida, entre La Merced y Rosario de Lerma, el agua subió con tal fuerza que amenazó con destrozar la cinta asfáltica de la ruta 36, dejando en evidencia que estas vías de comunicación no cuentan con defensas estructurales adecuadas para resistir fenómenos climáticos.
En Rosario de Lerma, el caos fue aún mayor. En la calle Yrigoyen, el río desbordado arrastró vehículos y causó hundimientos, exponiendo el deterioro de una infraestructura que parece abandonada. En La Silleta, el acceso quedó inutilizable con el desborde del arroyo Nogalar, dejando incomunicados a muchos vecinos. A pesar de que se ha triplicado la población en los últimos quince años, parece que alguien ignora las necesidades de esta región, mientras las autoridades sólo repiten promesas vacías sobre proyectos de infraestructura que nunca llegan a concretarse. Cada vez que se anuncia un plan, queda claro que es sólo una táctica para calmar a los vecinos, mientras los proyectos reales de obras hídricas siguen postergados sin razón aparente.
Con noviembre apenas comenzando, y la temporada de lluvias apenas iniciándose, los vecinos temen que esta tormenta sea solo la primera de muchas catástrofes.
No hay planes de contención en marcha. Las pérdidas económicas y los daños materiales, sumados a los problemas de movilidad que persisten aún horas después de cada tormenta, son una carga insostenible para la población.
Por las crecidas de los cauces y riesgos de atascos de vehículos y zona insegura, la Municipalidad de La Caldera recomendó no acampar ni ingresar con vehículos a las márgenes del río La Caldera. También se pidió no transitar por caminos rurales, ni circular ni acampar en la orilla del dique Campo Alegre.
La advertencia surgió luego de que efectivos de la Dirección Distrito de Prevención 1 y del cuartel de Bomberos Voluntarios de La Caldera rescataron a una mujer que quedó varada por la crecida del río. Se vivieron momentos de tensión.
El operativo fue pasadas las 19 de ayer, luego de que un hombre alertara a las fuerzas de seguridad del peligro en la que había quedado una familia, tras el repentino aumento del caudal.
Según trascendió, la crecida los tomó por sorpresa a la mujer que tuvo poco tiempo para salir del lugar.
"Inmediatamente se coordinó un operativo de rescate, logrando a los pocos minutos auxiliar a una mujer de 45 años", explicaron desde la fuerza de seguridad.
Luego de brindarle las primeras asistencias, pudieron constatar que la mujer se encontraba en buen estado de salud, por lo que no hizo falta trasladarla a un hospital.
Precaución
En temporada de lluvias hay que tomar precauciones. Para reconocer cuándo se aproxima la crecida de un río, hay que observar si hay nubarrones en las zonas altas: puede ser un indicio de que está lloviendo en las cercanías.
Los especialistas señalan que, si el agua cambia de aspecto –pasa de ser cristalina a oscura– traslada objetos como ramas y palos, entre otros, o de a poco tapa piedras que antes estaban visibles, todo indica que está llegando el pico de una creciente.
El nacimiento de los ríos serranos se produce en las partes altas de las montañas. Esto significa que, si bien en las zonas donde se encuentra el grueso de los balnearios o paradores el día puede estar soleado y agradable, en las cuencas altas es posible que esté lloviendo. Por eso, es importante estar atentos.
Por último, es importante en caso de presentarse una tormenta repentina, alejarse del agua y de los márgenes, ya que de forma rápida e imprevista el río puede crecer a causa de la lluvia caída o por la apertura de válvulas de diques y embalses. Además, no se deben cruzar vados o puentes tapados por la correntada del agua, aunque parezca que puedan atravesarse sin peligro.