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Eva Chuychuy, residente del barrio Solidaridad, compartió con El Tribuno su experiencia como albañil, detallando cómo se inició en el oficio y enfrentó los prejuicios que rodean a las mujeres en la albañilería.
9 DE Marzo 2024 - 17:59
Eva Chuychuy inició con cursos de albañilería en 2015 para poder perfeccionar lo que ya venía desarrollando de manera autodidacta. “Siempre me gusto aprender, pero conocer profesiones que eran consideradas más que nada para los hombres”, indicó. Al respecto de ser albañil, desde el año pasado comenzó con trabajos de manera particular.
Impulsada por la necesidad y al mismo tiempo de ganas de progresar, Eva confesó que “lo que me motivó fue el arreglo de mi casa, soy una mujer sola, con 7 hijos, 5 nietos y tengo ganas de progresar”.
Entre los trabajos que realiza destaca las labores de revoque, armado de vigas, columnas e incluso poder realizar la loza para su domicilio. “Aquí en mi casa, hicimos las prácticas del curso de albañilería y pude volcar todo lo aprendido directamente con mis compañeras rápidamente”.
La mujer de 57 años destaca la solidaridad y empatía del grupo con el que trabaja. Al momento de buscar y cargar los materiales, o manipular las máquinas, no hay egoísmo y predomina el trabajo en equipo. “Entre dos o tres levantamos una bolsa de cemento, nos ayudamos para poder cargar la carretilla, todo en conjunto hacemos”. Subrayó que las mujeres jóvenes son las que tienen mayor fuerza física para trabajar, pero entre todas se acompañan.
La manipulación de herramientas, máquinas, carga y descarga de materiales son una constante. Eva indicó a El Tribuno que “aprendí muchísimo en el curso sobre albañil. Tareas desde tomar medidas para un terreno, cavar pozo, armar columnas, armar vigas, levantar paredes, revoque. Todo lo necesario para armar una casa”. Al momento de su aprendizaje, lo que más le costó fue la manipulación de hierros, más que nada por la fuerza, pero recalcó “lo demás se aprende y es cuestión de práctica”.
Eva ha enfrentado el estigma de un oficio que tradicionalmente se considera de hombres. "La albañilería era una profesión de hombres. Muchas familias se sorprenden al ver que una mujer trabaja en este ámbito", compartió. A pesar de los prejuicios, ha trabajado con éxito, incluso colaborando con uno de sus hijos albañiles. Al recomendar la profesión a otras mujeres, reflexionó: "Les diría que se animen. Ya no hay profesiones exclusivas para hombres y mujeres; hoy en día ya no". Eva Chuychuy demuestra que la construcción es un terreno abierto para todos, independientemente del género.