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Lo mío es... Noel Pacheco Vélez, psicóloga
14 DE Abril 2024 - 01:29
Noel Pacheco Vélez es la psicóloga que tiene una historia que se va escribiendo en forma de un espiral que se estira y se contrae sin que nadie sepa cómo ni cuándo. De lo que sí está segura es que seguirá con este oficio de psicóloga por lo que le quede de vida.
Lo toma como el oficio de ir construyendo cosas nuevas desde la mirada psicoanalítica. Siempre hay un eje y ella va girando en torno de ese núcleo duro, en una órbita que no siempre es perfecta ni predecible, en donde puede haber un arresto de zamba; así, como su vida.
Cuando piensa su trayecto, cuando toma la vida en sus manos y la observa, se va dando cuenta de cosas que se mantienen constantes.
Vuelve a su infancia en esa casa de Juramento y Güemes, que ahora es un comercio, y se encuentra con los techos, las tardes de duendes y los juegos en juegos en la calle; con los fantasmas del Colegio Nacional y la ternura de una nena que miraba la vida desde un balcón.
"Los fantasmas sirven para sostener el deseo", dice con el libro de Freud en la cabeza. Ya se irá soltando en el extenso un diálogo con El Tribuno.
"Aún no sé por qué razón siempre me cambiaban de escuela. Estuve en varias escuelas y colegios. Pienso que debe ser porque mis padres me querían mandar a escuelas privadas y luego no alcanzaba la plata y volvía a la escuela pública. Tengo buenos recuerdos de la Indalecio Gómez y de la Urquiza. Quizás por eso defiendo la educación pública", definió.
Mónica y Julio César, sus padres, criaron a 5 hermanos así que cualquiera se imagina las dificultades en cuanto a los económico. A los 12 años se mudaron a la localidad de San Lorenzo en donde transcurrió su adolescencia.
Con el secundario pasó lo mismo que con la primaria. Estuvo dando vueltas por diversas instituciones de Nivel Medio y volvió al Colegio Nacional en donde egresó. Y se da cuenta cómo la vida es una calesita. Volvió a jugar en los patios encantados de ese colegio.
Entonces canta: "Uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida...", y se ríe; se devela sola.
"Tengo el recuerdo de San Lorenzo vagando por los cerros, por los montes, con las víboras, los chanchos y mi padre criándonos como podía. Supongo que por eso el padre es tan importante para darnos un rumbo u orientarnos. Por eso es que ante la muerte del padre comenzamos a nadar en la oscuridad", dijo y se aferra.
Entiende que los diversos espacios institucionales le dieron versatilidad y flexibilidad para adaptarse a las nuevas condiciones; para adaptarse a los cambios permanentemente.
Al momento de egresar del secundario se define por Psicología, decisión en la que su madre adquiere relevancia. "Vos te vas, me dijo mi mamá. Y me fui a Tucumán porque ya estaba mi hermana estudiando. Por supuesto que anduvimos por un montón de pensiones y lugares", ríe.
También hizo de todo. Comenzaba Noel a trabajar y estudiar, lo que hizo que su cursado no fuera lineal; nada es recto en su vida. Hizo de promotora, trabajó en los boliches y lo más divertido es que fue conductora de televisión en un programa de autos. Vuelve al padre y el rumbo y dijo que "nunca estuve totalmente perdida". Terminó en, no sabe si, 7 u 8 años la carrera.
"El campo de trabajo que busqué es un nudo para desatar que se da entre la educación, la clínica y la comunidad; siempre desde un espacio psicoanalítico. Entonces comencé a trabajar en el Ministerio de Desarrollo Social de Tucumán dando charlas en las villas, como docente de secundaria y al tiempo puse mi consultorio. También trabajé con familiares contra la impunidad, en diversos espacios pero siempre con otros, con equipos", dijo la psicóloga.
En San Miguel se enamoró, se casó y tuvo a su primera nena: Isabella, que hoy tiene 13 años. Luego estando en Salta, llegó Francesca, de 7 años.
En el medio de esa maternidad tucumana, Noel decidió volver a Salta. "Donde encontrarás con el pan al sol la mesa tendida..." sigue cantando la necesidad de volver a los afectos de la familia. Volvió a su casa en San Lorenzo, regresó a la familia, los amigos, los afectos y siguió cosechando vínculos nuevos.
"Desde que me empecé a estudiar Psicología empecé a analizarme. Es algo que no dejé de hacerlo. Es mi brújula. Como no tenía plata para pagar un analista... iba al hospital o algún centro de salud".
"Mi madre me abrió puertas para lo laboral, por lo que comencé a trabajar en Educación en Contexto de Encierro donde descubro a personas maravillosas que sumergen en el mundo de la Educación, descubro otro mundo en el Profesorado de Nivel Inicial y sigo con ese enlace que hay entre la educación, la clínica y la comunidad", dijo. También comienza a descubrir el Profesorado de Educación Primaria y la Educación Vocacional, en el Nivel Superior.
"Así, como dicen mis amigas, pateando latas, luego instalo mi consultorio, después de un año; siempre en grupos, siempre desde psiconalásis", aseguró.
"Si bien uno va y viene de los espacios y de los tiempos hay caracteres y valores que se mantienen, que no se cambian. Yo entré a Psicología por mi hermana que me decía que tenía la capacidad para escuchar a la gente, para resolver, para entender su malestar; para prestarme hacia el otro. Es es mi oficio: una artesanía para desatar esos nudos y desarmar el malestar de la gente. Yo no sé qué sería si no tendría este oficio de psicóloga", dijo muy seriamente.
"Volver a los diecisiete, después de vivir un siglo. Es como descifrar signos sin ser sabio competente"... y sigue con Violeta Parra. En esa constante de ir y venir vuelve al amor de los 17, que se resignifica y hay que aprender nuevamente a construir vínculos.
"Siempre estamos renaciendo en el amor y en la amistad, en esos encuentros con la mirada. Es por eso también que la familia es tan importante, porque uno puede cambiar de trabajo, de espacios y hasta de profesiones, pero lo más importante es mantenerse leal a se vínculo de amor y de amistad", dijo.
Si bien ella le confesó a su hija mayor que nunca cambiaría de profesión tiene una pasión oculta por la magia de la fotografía.