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Una multitud caminó por las calles de la localidad con el féretro de Patricio Guanca.
3 DE Abril 2024 - 07:12
El fallecimiento del joven cerrillano Patricio Guanca, sin lugar a dudas fue un acontecimiento que de alguna manera trasladó la guerra de Malvinas desde el Atlántico Sur a suelo salteño. “Fue sentir el dolor en carne propia”, contó Mercedes, una vecina de esa localidad del Valle de Lerma.
El 2 abril de 1982 la Argentina inició la recuperación de las Islas, pero fue justamente al día siguiente cuando Guanca cayó abatido por fuego enemigo. Su grupo tenía la misión de ocupar Grytviken y mantener Puerto Leith a fin de asegurar el dominio de las islas Georgias. Fue en esa operación que el cabo primero de Mar murió al pie de su arma, cuando la corbeta en la que se encontraba fue atacada por los ingleses.
Tras la lamentable noticia y los trámites de rigor, sus restos llegaron a Salta y fueron trasladados luego a Cerrillos, su tierra natal, donde el pueblo lo recibió como a un verdadero héroe. Cientos de personas asistieron al funeral y decenas de medios de comunicación de todo el país realizaron la cobertura.
Pero más allá de los pormenores históricos y de las crónicas del momento, muchos cerrillanos la recuerdan como una jornada de profundo dolor, angustia e incertidumbre. “Cuando llegaron los restos de Patricio al pueblo hubo un silencio tan profundo, que jamás lo voy a olvidar”, recordó un vecino de Villa Los Tarcos.
Sus vecinos recodaron: “Cuando llegaron los restos de Patricio Guanca, recuerdo que un mundo de gente colmó las calles del pueblo. Intentamos llegar con mi papá a la casa de sus padres, pero era muy difícil y no pudimos entrar”. Había columnas de gente llegada de todas partes que ocupaban las calles cercanas a la casa de los Guanca, en Villa Los Tarcos, por donde se suponía que iba a pasar el féretro.
Había gauchos, militares y miembros de todas las instituciones. No llegó a la hora prevista. Hubo mucha demora.
La gente del lugar expresó: “Vivimos la guerra con mucha angustia. A lo largo del día estabamos pendientes de la radio, por donde escuchábamos los informativos y los partes oficiales que se transmitían a diario”. Al principio -explicaron- decían que íbamos ganando, que habíamos derribado tal o cual avión. “Cuando nos enteramos de la muerte de Patricio, fue un momento de mucho dolor. Las consecuencias de la guerra que se veía tan lejos, la teníamos en casa, en nuestro propio pueblo”, aseguraron.
“Lo conocíamos. Unos meses antes a su fallecimiento compartimos un cumpleaños en la casa de su abuela, frente al barrio 42 Viviendas. Era un chico alegre, bailarín y divertido como todo joven. Luego vinieron tiempos de mucha tristeza”.
Raúl, otro cerrillano, contó: “Recuerdo que recibimos la noticia un Domingo de Ramos. Habíamos ido a misa temprano con mi hermano y mi tía. De regreso pasamos por lo de mi abuela. Al entrar vimos a todos llorando. Les habían avisado que habían matado a Patricio. Quedamos muy mal. Eramos amigos. Vivíamos en la misma cuadra”.
“Cuando venía al pueblo en vacaciones, recuerdo que Patricio traía guantes de box y en el fondo de su casa armábamos un ring donde practicábamos. El nos enseñaba distintas técnicas. Desde esos tiempos nos volvimos aficionados”, recordó sobre su infancia junto a Guanca.
En cuanto al día en que llegaron sus restos a Salta, señaló: “Desde que la noticia hasta que llegó el féretro pasaron unos días. Fuimos con toda mi familia, en realidad fue todo el pueblo a recibirlo al aeropuerto. Nos ubicaron en la terraza. Luego regresamos a Cerrillos en caravana. Fue impresionante la cantidad de gente”.
“El velatorio fue primero en su casa familiar y luego se trasladó al complejo deportivo municipal. Después hubo una misa de cuerpo presente en el antiguo templo parroquial, que tenía algunas de sus paredes caídas tras un derrumbe ocurrido unos meses antes. La ceremonia fue presidida por monseñor Mariano Pérez y el cura párroco Egidio Bonato. Luego, prosiguieron los actos en el cementerio”, recordó Raúl.
Entre los que cargaron el cajón se encontraban Luis Oliver, presidente del fortín que había en el pueblo, Hugo Gerardo Bellido y don Sosa. Se sumaron a la marcha con el féretro de Guanca, el entonces gobernador de facto Roberto Augusto Ulloa y el intendente Hugo Ceriani.
Para finalizar manifestó: “La pérdida fue tremenda. Me conmovió el silencio en el que se sumió todo el pueblo". En los 90, el entonces concejal Mario Abalos presentó un proyecto que fue aprobado por el cuerpo de ediles, para destinar una plaza en su homenaje, es la que actualmente lleva el nombre de Patricio Guanca.
Al hablar de las Islas Malvinas, es inevitable para los salteños y especialmente para los cerrillanos recordar a Patricio Guanca. El héroe de la gesta nació en la finca San Miguel de Cerrillos, el 28 de junio de 1957. El 23 de enero de 1974, con tan solo 17 años, se incorporó a la Escuela de Mecánica de la Armada. Se graduó el 1 de enero de 1975 y fue promovido a cabo segundo de Mar el 31 de diciembre de 1979.
Luego continuó su carrera en la Escuela de Aviación Naval y Hospital Naval (1980). Un año después fue seleccionado para desempeñarse como tripulante a bordo de la Fragata Libertad, para efectuar el viaje de instrucción al extranjero naval militar y zarpó el 24 de abril de 1981. En la oportunidad visitó Brasil, República Dominicana, Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, Dinamarca, Alemania, Francia, Portugal, España, Túnez y Uruguay. De regreso fue destinado a la corbeta Ara Guerrico. Sus amigos aún recuerdan que sus últimas vacaciones las pasó en Cerrillos junto a su familia disfrutando por aquellos tiempos los famosos carnavales del pueblo.
A 42 años de su desaparición física, Guanca perdura en la memoria de los salteños.