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Se trataba de la primera mujer en la historia que había asumido en el máximo cargo jerárquico institucional, en abril de 2022. Había sido puesta en funciones por el exministro de Seguridad y Justicia, Abel Cornejo. Tampoco continuará el subdirector Víctor Martínez.
14 DE Junio 2024 - 11:29
Tras la renuncia del jefe de la Policía de Salta, Miguel Ceballos, se conocieron más cambios en las cúpulas de las fuerzas de seguridad, más precisamente en el Servicio Penitenciario de la Provincia. Ya no seguirá Carina Torres como directora general, ni Víctor Martínez como subdirector. En el caso de Torres, se trataba de la primera mujer en la historia que había asumido en el máximo cargo jerárquico institucional, en abril de 2022. La mujer en aquel entonces tenía el grado de prefecta con 24 años de carrera profesional. Había prestado servicio en distintas áreas del Servicio Penitenciario. Martínez también tenía el mismo grado, prefecto.
El exministro de Seguridad y Justicia, Abel Cornejo fue quien puso en funciones a Torres. En el acto de asunción Cornejo celebró que por primera vez en 82 años una mujer ocupara el cargo jerárquico de mayor importancia en la institución y había señalado que era un reconocimiento especial a la confianza en sus capacidades de conducción. "Es una mujer comprometida, capaz y apegada a sus funciones", había expresado en aquel entonces.
Durante su alocución resaltó también que se avanzaba con políticas más modernas penitenciarias como lo establecía el Plan de Seguridad y Justicia por ello se trabajaba en la creación de un régimen semiabierto de libertad y se avanzaba en la construcción del penal en Metán, entre otros proyectos.
Sin embargo, en los últimos meses el Servicio Penitenciario de Salta se vio envuelto en un escándalo por denuncias de corrupción. Funcionarios, internos y familiares están acusados de formar parte de una organización narcocriminal que operaba en el Penal de Villa Las Rosas donde cada uno desempeñaba un papel especifico.
La investigación se inició a partir de denuncias anónimas que señalaban que el personal de la Unidad Carcelaria Nº1 de Salta estaba involucrado en actividades ilícitas, entre las que se cuentan solicitar sobornos a cambio de beneficios para los internos o facilitar la introducción de elementos prohibidos y drogas al recinto de detención.
Por estos motivos, el mes pasado, el procurador general de la provincia, Pedro García Castiella y los fiscales Ana Inés Salinas Odorisio, Santiago López Soto y Gustavo Torres Rubelt, en Unidad Fiscal requirieron juicio ante el Juzgado de Garantías 3 del Distrito Centro para 20 personas imputadas en la causa, de las cuales 12 de ellas se encuentran con prisión preventiva.
Durante la investigación se analizaron más de 50 cuentas bancarias, de las que se obtuvo un resultado de más de 1000 transferencias realizadas por familiares de presos. Además, se intervinieron más de 20 líneas telefónicas y se recopilaron 90 declaraciones testimoniales, durante el periodo investigado entre 2021 y 2023.
La Unidad Fiscal concluyó que los funcionarios del Servicio Penitenciario Sergio Moya, Francisco Arturo Bisceglia, Rubén Antonio Guaymás, Luis Roberto Castaño, José Luis Alarcón, Marcelo Olguín Magno, Raúl Antonio Arjona y Marcos Matías Bucotich García con situación de revista en la Unidad Carcelaria Nº 1, haciendo uso abusivo de sus cargos y de las atribuciones y potestades que poseían, como así también de su jerarquía y antigüedad, exigieron indebidamente dádivas a los internos penados que se encuentran allí alojados. Estas consistían en la entrega de sumas de dinero o de otro elemento de valor a cambio de ayudar a la obtención de beneficios comprendidos en el régimen progresivo de la pena como ser la elevación de calificaciones en concepto de conducta, acelerar trámites para la obtención de extramuros, salidas transitorias, otorgamiento de salida a granja y/o cambios de pabellón, entre otros. Además, el ingreso de otro tipo de elementos no permitidos por el reglamento interno de las Unidades Carcelarias, tales como celulares, cargadores, comidas y bebidas, entre otros, sustancias estupefacientes y/o protección ante posibles abusos.
Las transiciones mencionadas, se realizaban de forma electrónica o mediante la entrega de dinero en efectivo, a través de encuentros entre los funcionarios penitenciarios y familiares de los internos.
En cuanto a la comercialización de estupefacientes, los investigadores identificaron tres vértices fundamentales para su consumación: la distribución de la sustancia en el interior de la Unidad Carcelaria; los nexos externos que recibían dinero, distribuían y administraban cuentas bancarias, producto de la comercialización de estupefacientes; y la participación y connivencia necesaria de funcionarios públicos, que por omisión o acción, permeabilizaban el sistema de seguridad e ingresaban la sustancia prohibida al establecimiento, brindando seguridad a la organización delictiva.
Con estos elementos probatorios, la Unidad Fiscal requirió juicio para: