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Se trata de la casa “Sopita de Letras”, que además funciona como comedor para niños carenciados. Todo lo hacen a pulmón. Hoy aloja a 9 adultos mayores, con patologías como cáncer, demencia, alzheimer, entre otros. Ellos reciben todos los cuidados de parte de Gloria. “Lo primordial es que tenemos a alguien que nos quiere”, dijo Silvia, residente del lugar.
2 DE Junio 2024 - 15:54
El espacio “Sopita de Letras”, funciona hace años, en la casa de Gloria Escalante una vecina del barrio Ceferino, quién decidió abrir su hogar para cobijar a los más vulnerables. Funciona de lunes a lunes, en calle 16 de Septiembre, Nº 505. Hoy contiene a 9 adultos mayores que estuvieron en situación de calle o llegaron por diversas circunstancias y procura que nada les falte. Además, de lunes a viernes de 8 a 12, en el lugar se dictan clases para que los adultos interesados puedan terminar la educación primaria.
La actividad arrancó con un comedor infantil destinado a dar un plato de comida a los niños de familias carenciadas. Actualmente esa tarea continúa y se amplió con la labor abocada a cuidar a las personas mayores las 24 horas del día. Algunos padecen patologías como cáncer de colón, alzheimer, demencia, entre otras. Se trata de una iniciativa comprometida y solidaria, a pulmón, sin ningún tipo de ayuda estatal, que ya lleva casi 24 años de trabajo en Salta Capital.
En diálogo con El Tribuno, Gloria detalló que el espacio empezó como un comedor destinado a los niños de la zona. Sin embargo, con el tiempo vieron a una gran cantidad de adultos mayores sin hogar y tuvieron la iniciativa de albergarlos. “Estamos hace 18 años albergando a los adultos mayores y llevamos 24 años de trabajo con el comedor. Son personas que pasaron por diferentes situaciones difíciles”. Y rememoró: “Todo comenzó con mi madre, ya que había un viejito que siempre se acercaba a conversar con ella, en aquel año ella se sentaba afuera de mi casa, y se acercaban varios abuelos que no tenían a donde ir. Ella nos pedía que los dejáramos dormir en casa, ya que no debíamos ser egoístas. Y que son personas que la están pasando mal, nos repetía”. Añadió: “Y así fue como todo empezó, cuando nos dimos cuenta teníamos 11 adultos mayores en casa. Luego empecé a realizar cursos para cuidadora de adultos y nunca pensé llegar hasta aquí con ellos”.
Con mucha tristeza en su rostro, Gloria, comenta que siempre ve que los niños y los viejos son los que más sufren, al ser vulnerables. “Nosotros solíamos dar todos los días comida a los chicos de la zona, pero con la situación económica sólo lo estamos haciendo los viernes. Con eso ayudamos a unas 16 familias que tiene varios chicos y no les alcanzan los recursos”. Y agregó: “Ellos al salir de sus trabajos vienen con sus tapers y buscan la comida. Al mediodía, los que se pueden quedar a comer, lo hacen”.
Además, en el espacio también se brindan clases para que las personas mayores puedan terminar la primaria. “Ya son 18 años de funcionamiento de la Escuela Rosa Eugenia Pelletier, en mi casa. Se trata de docentes del penal que viene a dictar clases. Va muy bien gracias a dios, tuvimos muchos egresados”. Luego, Escalante resaltó que los que quieran terminar la primaria en el lugar deben tener de 14 años en adelante y asistir al lugar de lunes a viernes de 8 a 12. “Los maestros que vienen tienen una paciencia unica e impresionante. Cuando los alumnos no pueden venir el docente incluso va hasta su domicilio. Es mucho el amor y la vocación de educar la que tienen estos profesionales”, destacó.
Sobre los adultos mayores, Gloria resaltó que siempre busca darle algo de alegría y que no se sientan solos: “Nosotros tratamos de distraerlos, ponemos música para alegrarlos. Muchas veces vienen de las escuelas o de otras instituciones a visitarlos y compartimos con ellos. Incluso bailamos juntos, hasta que ellos se cansan”.
Entre las personas albergadas en el lugar, se encuentra Sabino, un hombre aborigen y artesano, actualmente padece cáncer de colón. Y contó que el espacio y la compañía de Gloria son importantes para él, ya que la considera una amiga y lo atiende muy bien.
En tanto, Silvia otra persona que reside en el lugar, destacó que es muy feliz escuchando música del ayer y en compañía de sus amigos de la casa, que son como una “familia”. “Me siento muy bien aquí y acompañada. Gloria es como mi madraza, ya que nos cuida muy bien, está pendiente de cada movimiento de nosotros. Lo primordial es que tenemos a alguien que nos quiere”.
Asimismo, las puertas de la casa “Sopita de Letras”, está abierta para las personas que quieran acercarse a colaborar con los adultos mayores albergados en el lugar, o si desean asistir a visitarlos para alegrarles el día. “Los que quieran venir pueden hacerlo, muchas veces vienen de la iglesia la Legión de María, con el padrecito. También de las carmelitas de Villa San Antonio. Estoy muy agradecida con el padre, por todas las cosas que está haciendo por Sabino. Gracias a todos los que vienen, como grupos juveniles que vienen, les traen cosas y les controlan la presión. Esto está abierto para todas las personas que quieran venir a verlos, ya que algunos tienen familia y otros no. Algunos de los viejitos tienen alzheimer, demencia, o sufrieron un ACV”.
Luego, recordó que en está época de frío lo que más necesitan son medias, camisetas y todo lo que puedan aportar les viene muy bien. Además pueden acercarse y entregarles ellos mismos sus donaciones. “Yo siempre estoy disponible para ellos y mis hijos me ayudan, es todo un trabajo. Una mano más que me acompañe siempre me viene bien”.
En ese sentido, Gloria recordó los episodios en donde varias personas en situación de calle fallecieron, ante las bajas temperaturas y dijo: “Vimos las noticias de personas en situación de calle que murieron y me dio mucha tristeza. A mi me tocan la puerta muchos más, viejitas, viejitos, ojalá pudiera recibirlos a todos. Pero no me da para más, ya que todo lo hago a pulmón. Durante los 24 años que llevo en esto me di vueltas sola. A veces con el apoyo tan solo de algunos padrinos”.
Y añadió: “Pudimos darnos vueltas con algunas camas que nos donaron y sillones. Esto va a seguir hasta el día que yo cierre los ojos, es algo que me gusta hacer y disfrutó con ellos. A mi me llena el alma ayudar a los adultos mayores”. Y comentó que también junto a sus hijos hacen pan casero para brindarles a los viejitos. “Nosotros no recibimos pan de ningún organismo, ni nada. Lo importante es tener fe, todo mi esfuerzo es para ellos, ya que muchos están enfermos y no sabemos hasta cuando van a estar”.
Asimismo, con una gran sonrisa y visiblemente emocionada, Gloria, expresó: “Vivimos cada día con mucho amor y afecto. A la comunidad les pido que tengan corazón, si tienen un espacio sean solidarios, y nunca esperen recibir algo a cambio. Yo me doy vueltas con lo que tengo y me alcanza y a veces me sobra”.
Además, remarcó que la motiva a realizar tan loable tarea, el haber pasado por una situación difícil en su infancia. “Yo pasé por lo mismo, me críe en un hogar escuela con una mamá laburadora, por eso valoró muchísimo todo. Tenemos un grupo del hogar escuela y recordamos ese tiempo de tristeza y alegría”.
Y recordó: “Me acuerdo que yo lloraba el día domingo porque sabía que el lunes me tenía que internar. Algunas veces no volvía el viernes y tenía que regresar la otra semana cuando mi mamá podía. Por eso, siempre les enseño a mis hijos, que debemos tener mucho valor y no olvidarnos de los que necesitan. Mi timbre no para de sonar, viene un montón de gente a pedir pan y por suerte siempre tengo algo para darles. Los invito a venir a todos, serán muy bienvenidos”, finalizó Gloria.