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El director y guionista participará de la Semana de Cine en Salta. Su trabajo acompaña a millones de argentinos desde la vuelta de la democracia. Un creador imprescindible de la cinematografía nacional dialogó con El Tribuno.
23 DE Junio 2024 - 12:11
Marcelo Piñeyro participará de la Semana de Cine en Salta (https://saltacine.gob.ar/2024/). Su presencia por muchas razones suma y es necesaria en el cine nacional. Piñeyro tuvo y tiene mucho que ver con esta industria. Su trabajo acompaña desde la vuelta de la democracia a millones en el país. Todo un arco de cultura y democracia abarca el cineasta nacido en Buenos Aires en 1953. Su obra -desde "Tango Feroz" a "El Reino"- dice mucho de Argentina. "Bueno, es mi arco", asume cuando El Tribuno se lo plantea. "Si bien, mi primera relación con el cine de largometrajes fue como productor, en 'La historia oficial', justo en el 84, el arco de la democracia del cine lo he recorrido todo", dice.
Sí... Como director, arranqué con "Tango feroz" en el 93, y ya ha cumplido 30 años, y eso hizo que se repusieran varias de mis películas en salas... Pasó con "Tango feroz" en varias proyecciones, tanto en Argentina como en Uruguay y en España. Con "Caballos salvajes", que aparte se repuso en Netflix. Con "Cenizas del paraíso", con "Plata quemada", hacía siglos que no se veía en Argentina... Y para mi sorpresa el público llenaba las salas, y era un público muy joven, nacido años después del estreno de "Tango Feroz". Y me sorprendió también muy gratamente que la reacción de estos jóvenes de hoy fuera igual a las reacciones que habían tenido los jóvenes en los 90. Han quedado en el imaginario, en el inconsciente colectivo de una generación o dos, y siguen comunicando muy fuerte.
Yo no soy periodista y, por ende, no tengo una visión que trata de hablar de la realidad, de interpretarla… No es lo mío. Pienso historias, pienso personajes y para pensar estas cosas yo no me lobotomizo, y antes que director de cine soy un ciudadano que vive en este país sus alegrías, sus penurias igual que los otros 45 millones de argentinos. Por ende, sin dudas, eso está en mi cabeza cuando me pongo a pensar una historia, cuando me pongo a pensar un personaje. Pero no es mi afán hacer un comentario. Es diferente. Un periodista, un sociólogo se acercan de otra manera a la realidad. Con "Tango feroz", que hablaba de finales de los 60 y comienzos de los 70, de una experiencia generacional, cuando se estrena la gente la traduce al presente, fue una sorpresa. Te lo digo de corazón. Lo mismo con cada una de mis películas. Por suerte, tuvieron un buen recorrido internacional y algunas de ellas se veían como un cine muy político, y a mí me sorprendía eso, porque yo nunca las sentí ni las siento todavía hoy como un cine político, sinceramente. Pero la mirada de los otros es, en definitiva, más importante que la mía sobre lo que hago.
No es mi intención. Eso está porque son preocupaciones que tengo en mi cabeza. Yo me siento un tipo atravesado por el tiempo en que he vivido, y que vivo. Por un lado, muy atravesado por mis marcas generacionales, soy de la generación de los 70 como director de cine. El cine que se estaba haciendo cuando yo estudiaba Cine, en los comienzos de los 70 y que todavía a finales de los 70 seguía teniendo una influencia fuerte, fue marcante para mí, en esa edad 18, 20 años, ¿no? Siento que hasta en términos estéticos sigue siendo ese cine, particularmente el cine americano de finales de los 60 y comienzos de los 70, muy determinante para mí, como cineasta y como tipo. Era un cine, sí, comprometido con su tiempo, pero no era el cine político europeo de los 60. Era otra cosa. Y si bien por "La batalla de Argelia" me muero de admiración... no me siento identificado con ese tipo de cine. Me siento identificado con "Taxi Driver", con ese cine que hacía Mike Nichols en esa época, "Conocimiento carnal", "Trampa 22"... Rafelson. Coppola ni hablemos...
Mirá, cuando se hizo el último Festival de Cine de Mar del Plata antes de la dictadura, en marzo del 70, yo todavía iba al colegio y vivía en La Plata, y un tío que vivía en Mar del Plata conseguía entradas del festival y era en marzo, con las clases que empezaban, recuerdo, y logré convencer a mis viejos que me dejaran faltar diez días para ir al festival a ver películas. Me dijeron "tenés quince faltas, si gastás las diez el primer mes te las vas a tener que arreglar" (risas). Y recuerdo todavía las películas que vi. El festival tenía su muestra competitiva de la que vi muy poco, me acuerdo que vi solamente "Medea", de Pasolini. Pero tenía una muestra paralela, la cosecha del 69, 70. En esa semana vi, y esa fue una semana determinante y marcante para mí como futuro cineasta, "Z", "Easy Rider", "Perdidos en la noche", "La caída de los dioses", de Visconti, "Zabriskie Point", de Antonioni, Fellini con "Satiricón", "John and Mary", de Peter Yates, un director que estaba muy de moda en ese momento. Me estoy olvidando de alguna seguramente, pero ver dos películas por día de ese nivel, sin duda para mí fue algo totalmente determinante.
Yo siempre había pensado que iba a estudiar Arquitectura porque ni sabía que se podía estudiar Cine. Y había en aquella época en La Plata curso de ingreso. Me había anotado en el ingreso a Arquitectura, y cuando estaba en eso, ¿viste esas leyendas urbanas entre estudiantes? y dicen "al profesor Roberti que daba Visión en Arquitectura lo echaron y está dando Visión en Bellas Artes, hay que anotarse en Diseño Gráfico". Entonces hice eso, y cuando llego a Bellas Artes me entero de que había una carrera de Cine. Y el ingreso vencía al día siguiente. No me anoté en ese momento, me anoté en Diseño, pero me acuerdo que esa misma tarde fui al cine con unos amigos y vi "El conformista", de Bertolucci, y la peli me dio vuelta la cabeza, y cuando salimos les digo a mis amigos "voy a estudiar cine en Bellas Artes". Y me dicen "tanto te gustó la película". La peli me gustó mucho pero no era por eso. En realidad, siempre me gustó el cine, pero como un juego, como una diversión de fin de semana. Y me dije quiero ponerle cuerpo y ver cómo me va con eso, y al día siguiente me anoté en Cine. Hice el curso de ingreso para las dos carreras, pero nunca empecé Arquitectura, directamente estudié Cine... Y también estudié Historia del Arte y me instalé en Bellas Artes...
Absolutamente. Obviamente, si cuando estaba haciendo "Tango feroz" me decías que 31 años después íbamos a seguir hablando de esa película, me daba un ataque de risa y te decía que cambies de medicación, porque uno no las hace así. Yo nunca he pensado en términos de posteridad y tampoco en términos de armar una carrera. He pensado cada película en sí misma, y lo digo de corazón, y después, claro... Recuerdo hace unos años hicieron una retrospectiva de mis películas hasta ese momento, y la última era "La viuda de los jueves", fue en el Lincoln Center de Nueva York, y yo no soy muy de volver a ver mis pelis. Pero estaba armada la cosa muy bien, cada película era presentada por una personalidad diferente y teníamos después una charla, razón por la cual tenía que estar yo desde el principio hasta el final, y me quedé a verlas todas. Y ahí, la verdad, por primera vez sentí una cosa que me decían muchos: sentí que había una coherencia muy potente entre todas las películas. Pero yo nunca las pensé para que fuera así, yo pensé peli a peli, historia a historia, personaje a personaje...
"Tango feroz" prácticamente es un musical. La música es una columna narrativa muy potente en la película. Y teníamos una serie de desafíos. Cómo traducir esa música de los 60 y comienzos de los 70, una música que con los registros que había... eran pobres por cuestiones tecnológicas de la época y de producción de nuestros músicos, que eran muy marginales en términos de industria musical. Yo iba a un recital a principios de los 70 y sentía que estaba escuchando la gloria. Obviamente, si llevaba un grabador y lo hubiera grabado y lo escuchaba hoy, diría que es una lata. Entonces me preguntaba cómo producir eso, cómo lograr que el espectador de hoy sienta esa sensación. Y en "Tango feroz" tuve una mano absolutamente espectacular de David Lebón, que entendió perfectamente el concepto, e hizo los arreglos y la producción musical que fue extraordinaria. Y después muchos de los temas tenían que ver con lo que narrativamente la película iba contando. Nos basamos en clásicos y no solo de Tanguito, que por temas de derechos algunos de sus temas no tomamos. Entonces se escriben dos temas para la película, "Tango feroz", una especie de blues, y "El amor es más fuerte", y se transformaron en clásicos y mucha gente piensa que vienen de los 70, pero no. Fueron escritos para la película. Hay cosas de Spinetta, de Vox Dei, de Moris que fueron muy determinantes para esa generación, es la generación de la revolución sexual, del anti-establishment, y eso se reflejaba en la producción artística de los jóvenes. Y eso lo pusimos en la película.
No tanto. Cuando estábamos haciendo "El reino", que filmamos en Jujuy, me tomé un par de fines de semana para ir a visitar Salta. Ahí sí, hacía un tiempo que no iba.
Mucho del cine de Marcelo Piñeyro puede verse en las plataformas. Y también "El reino", serie que escribió con Claudia Piñeiro. De ella, el director había llevado al cine la novela "La viuda de los jueves".
"A la televisión siempre la tuve un poquito de costado hasta que a comienzos del 2000, HBO arranca con 'Los Soprano', con 'The Wire', con un nuevo formato, y me gustaron. Me acuerdo de 'Six Feet Under', 'Mad Men'... me parecía un formato narrativo extraordinario, pero sentía también que no tenía nada que ver con mis posibilidades de trabajar en España o en Argentina, que era algo para los nacidos en otras latitudes", dice. Netflix llega a Latinoamérica y lo llaman para hacer una serie sobre "La viuda de los jueves". A Claudia Piñeiro también la convocan. "Les digo muchas gracias, pero que ya había hecho la película y que lo que tenía que decir ya lo había dicho. Y Claudia les dijo más o menos lo mismo", cuenta. Y se reencontraron con Claudia y propusieron "El reino". Y Netflix aceptó.
"Fue una experiencia totalmente nueva, es muy diferente una serie que una peli... pensar los personajes, las situaciones, las historias paralelas. Es un formato narrativo más como una novela del siglo XIX y me encantó hacerla", dice.
La serie fue muy bien recibida, se vio en 190 países. "Me llegan comentarios de Corea, de Sudáfrica, de Japón, de toda Europa. Es raro y todo pasa el mismo día. Y aquí, en Argentina y en Latinoamérica, en Brasil, en Colombia... generó mucha controversia, mucha polémica, mucha discusión", cuenta, y agrega: "Y eso a mí me entusiasma, ver un espectador que está vivo, que la cuestiona, que la defiende, lo que sea, pero que reacciona ante lo que hago, y eso es tocar el cielo".
El arte es premonitorio: ve cosas que otros no en su presente y a futuro. "El reino" lo confirmó. "Cuando hicimos la serie, pensé que lo que estábamos contando, que sin dudas era una amenaza latente en la región y en todo Occidente... pensé que Argentina estaba a salvo y me equivoqué, me equivoqué. Pensaba que Argentina institucionalmente y civilmente era más sólida, y me equivoqué", reafirma. "Para mí, la serie funcionaba como una advertencia, una reflexión y no como un vaticinio", dice.
En la charla volvimos sobre el arco de estos 40 años de democracia, el presente y la actividad cultural. "Sin dudas, hay una agresión institucional a la cultura, a la ciencia, a la educación, a la salud pública. Y esto no es una interpretación, son los títulos del diario", reflexiona. "Uno se pregunta por qué, cuál es el objetivo. Claramente, no es económico", dice sobre los recortes en el sector.
"El ahorro que hace el Estado con esto es insignificante. Entonces tiene que ver con otra cosa, con lo simbólico o con el proyecto de país. En ese sentido, es un país sin cultura, un país sin desarrollo científico, un país sin educación, un país sin salud... ¿es Haití lo que queremos? ¿Qué diferencia a Haití de Dinamarca? La presencia del Estado", argumenta.
"Si queremos destrozar el Estado, queremos Haití. No se me ocurre otro ejemplo. Y por eso yo no acuerdo sinceramente con eso. No acuerdo", dice Marcelo Piñeyro, un hombre de cine.