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La candidata oficialista obtiene una ventaja de casi 30 puntos según el conteo preliminar oficial del Instituto Nacional Electoral sobre la opositora Gálvez, quien reconoció la derrota; “No llego sola, llegamos todas”, resaltó durante su discurso.
3 DE Junio 2024 - 07:51
Claudia Sheinbaum se convirtió anoche en la primera presidenta electa de México al imponerse con contundencia en las elecciones más grandes en la historia del país. Sheinbaum, la elegida por el izquierdista Andrés Manuel López Obrador para sucederlo, lograba un piso de votos superior al 58% y le sacaba una diferencia abrumadora a su principal rival, Xóchitl Gálvez, que no llegaba a superar el 29%, según las proyecciones oficiales. Gálvez la llamó para reconocer su derrota en las elecciones, ampliamente consideradas un referéndum sobre la gestión de López Obrador.
La arrasadora victoria de Sheinbaum, según el “conteo rápido” del Instituto Nacional Electoral (INE), el órgano autónomo que maneja las elecciones en México, reafirmó el giro a la izquierda trazado por López Obrador y el respaldo popular a la “cuarta transformación”, o “4T”, que puso en marcha en 2018 con su llegada al Palacio Nacional. Y confirmó el fuerte declive de la derecha y de los partidos tradicionales, el PRI, el PAN y el PRD, que unidos conseguían menos de un tercio de los votos.
El oficialismo quedó además muy cerca de lograr una supermayoría en el Congreso que le abre la puerta a Sheinbaum para ir en busca de las reformas que López Obrador impulsó, sin éxito, durante su sexenio, y por las que fue acusado de querer concentrar poder y de intentar socavar las instituciones y la democracia mexicana.
Una Sheinbaum exultante agradeció además el respaldo para “avanzar con la cuarta transformación de la vida pública y “el reconocimiento del pueblo de México”. Y dejó un mensaje a las mujeres.
“Agradezco también, porque por primera vez en 200 años de la República me convertiré en la primera mujer presidenta de México”, dijo. “Y como lo he dicho en otras ocasiones, no llego sola, llegamos todas con nuestras heroínas que nos dieron patria, con nuestras ancestras, nuestras madres, nuestras hijas y nuestras nietas”, afirmó.
“Vamos a ampliar el acceso a los derechos del pueblo de México; a la educación, a la salud, a la vivienda, a la cultura. Es decir, a seguir construyendo un verdadero Estado de bienestar”, dijo.
Poco antes, el presidente Andrés Manuel López Obrador publicó un mensaje en X, antes Twitter, en donde se mostró “muy contento y orgulloso” por las elecciones y felicitó a Sheinbaum, quien, reconoció, será “también la presidenta posiblemente con más votos obtenidos en toda la historia del país”.
Morena y medios locales habían proclamado ganadora a Sheinbaum antes de que se difundieran los primeros datos oficiales, sobre la base de encuestas a boca de urna. La proyección del oficialismo y de los medios hizo estallar los primeros festejos de los seguidores de Sheinbaum en el Zócalo, la Plaza de la Constitución, el mismo escenario donde cinco años atrás se festejó el triunfo de López Obrador que marcó el ascenso de la izquierda a lo más alto del poder en México.
Gálvez, candidata de la alianza de los partidos tradicionales PRI, PAN y PRD y principal rival de Sheinbaum en estos comicios, pidió primero paciencia a sus seguidores hasta conocer los resultados oficiales, y se declaró ganadora, sin reconocer su derrota.
“Quieren que te vayas a dormir creyendo que te ganaron. Mienten como siempre”, escribió Gálvez en X pasadas las 23, hora local, en medio de un lento escrutinio y antes de que el INE difundiera sus proyecciones.
Pasada la medianoche, y con una notable demora, el INE difundió sus proyecciones oficiales, el “conteo rápido”, a partir del análisis estadístico de los primeros datos del escrutinio. Sheinbaum se encaminaba a obtener un caudal de votos de entre el 58,3 y el 60,7 por ciento de la votación, mientras que el respaldo a Gálvez proyectado se ubicaba entre el 26,6 y el 28,6 por ciento. Jorge Álvarez Máynez, de Movimiento Ciudadano, quedó en tercer lugar, con entre el 9,9% y el 10,8% de los votos.
“Mire, siempre y cuando salga honesta, y buena, está bien”, había dicho a Claudia Maticel, 77 años, luego de votar en la Ciudad en México en una elección “diferente”, dijo, por el enorme interés que vio, diferente a los comicios anteriores, pero también porque no recordaba tanta crispación y animosidad. “Hay mucha oposición y mucha gente pues hemos visto que se pelean si no van por un partido o por otro. Se ha visto muchísima oposición. Esperemos que cualquiera que salga lo haga bien”, insistió.
Bajo una furiosa ola de calor, y tan divididos como la última vez que eligieron presidente, más de 98 millones de mexicanos estaban en condiciones de votar este domingo en la elección presidencial más grande –por la cantidad de votantes, y de cargos públicos en las boletas– que haya visto el país, y luego de la campaña más violenta. El último asesinato ocurrió horas antes de que se empezara a votar: Israel Delgado Vega, candidato a síndico en Cuitzeo, Michoacán, fue asesinado a tiros al salir de su domicilio. Ese crimen llevó la cifra de víctimas fatales a 38, y terminó por coronar el proceso electoral más violento en la historia del país.
Debido principalmente a la inseguridad, el INE debió levantar 222 casillas de votación –de un total de casi 156.000– en todo el país, la cantidad más alta desde 2000.
La consejera presidenta del INE, Guadalupe Taddei, aseguró antes del fin de los comicios que la jornada electoral se desarrolló en forma ordenada y sin incidentes mayores.
Sheinbaum, delfín de López Obrador, era la gran favorita para ascender a la presidencia, según adelantaban todas las encuestas, que le daban poco más del 50% de intención de voto. Su principal rival, Gálvez, aparecía relegada, aunque así y todo en los últimos días su gente mantenía latente la posibilidad de un batacazo que diera la sorpresa. No ocurrió. Jorge Álvarez Máynez, el candidato de Movimiento Ciudadano, estuvo siempre relegado en la contienda en un lejano tercer lugar.
“¡Qué viva la democracia! Muchas gracias a todos y a todas”, había dicho una Sheinbaum sonriente al votar temprano en la Ciudad de México.
La inseguridad era la preocupación principal en la mente de muchísimos mexicanos a la hora de dirimir la disyuntiva planteada en la elección: continuar con el proyecto político de López Obrador, la cuarta transformación en la historia del país, o volver a dar un volantazo y retornar a la senda marcada por los partidos tradicionales, el PRI, el PAN y el PRD, que se unieron contra el obradorismo. El propio López Obrador había planteado la elección como un plebiscito a su administración. Y, para los críticos de su gobierno, el futuro de la democracia mexicana estaba en juego en la elección. Una fuerte polarización que mantiene profundamente dividido al país funcionaba como un combustible para la participación en los comicios, que, con todo, quedaba levemente por debajo del 2018.
“Creo que hay mucha más intención de voto, hay más incertidumbre, yo no estoy segura de que va a pasar al final. Se ve más involucramiento ciudadano”, había dicho Orly, una mujer de 53 años que definió como “uno de los logros más lindos” la llegada de una mujer a la presidencia. Ella votó por Sheinbaum, por la continuidad.
Unos metros más lejos, en la misma casilla de votación en la capital mexicana, Isabella, 19 años, recién graduada del secundario y pronta a comenzar a estudiar abogacía, se preparaba para emitir su primer voto. Era una de los 14 millones de jóvenes que, por primera vez, iba a volcar su voto para elegir presidente. Para ella, el género estaba muy relegado en la lista de desafíos del próximo gobierno.
“Espero que no sea el género, espero que sean otros retos como que la economía siga estable, y sobre todo la inseguridad, eso es un tema demasiado importante en mi país, y la corrupción, más que nada”, dijo. Su voto fue para Xótchil Gálvez, que terminó derrotada. “He visto un retroceso muy grande, el presidente nada más quiere parecer que favorece a un sector de la población. Y siento que está aplicando una fase de pobres contra ricos cuando no debería ser, debería ser todos los mexicanos y aplicar esa especie de separación del país es lo que nos daña más”, afirmó.
Sheinbaum se enfrentará ahora al desafío de resolver la lista de problemas pendientes que deja su líder y jefe político, el fundador del movimiento que la llevó al poder, en un país dividido, agobiado, y, por momentos, hastiado con la política.
Fuente: La Nación