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La guionista y directora de cine presentó su película en la apertura de la Semana de Cine. Este martes, habrá otra función en la Fundación Salta. Habló con El Tribuno.
1 DE Julio 2024 - 12:40
Laura Basombrío ganó el premio a Mejor Dirección de la Competencia Internacional en el Festival de Mar del Plata 2023, con su película "Las almas", que abrió la 28 edición de la Semana de Cine en Salta (https://saltacine.gob.ar/2024/) y se repone mañana, a las 20, en la Fundación, Gral Güemes 434. La realizadora salteña filmó su ópera prima, que tiene como protagonista a Estela Quispe, en Tolar Grande. Estudió Cine en la UBA y se quedó viviendo allá. "Ahora estoy haciendo el movimiento inverso, volviendo", dice. "Tengo ganas de vivir acá, e ir filmando, escribiendo, es muy inspirador estar en la ciudad", compartió la artista en un diálogo muy ameno con El Tribuno.
¿"Las Almas" es un documental? ¿Cómo lo definís?
Es un documental, es un retrato de una mujer real, y todo lo que me cuenta, todo lo que hace parte del relato, es verdad, es parte de su vida. Pero no niego que tiene un tratamiento muy ficcional. A mí me encantan los dispositivos de la ficción y su estructura y se prestaban, porque el germen de la película son estos sueños de Estela con su madre muerta, eso me daba a mí un campo muy ficcional y onírico, un gran campo para soñar. Y me pasa mucho, mucha gente me pregunta si es una ficción, justamente.
Buenos Aires, Salta y Tolar Grande, ¿cómo viviste esos cambios de escenario?
Cuando me voy a Tolar Grande siento que me voy a Marte, sobre todo cuando empezamos hace 6 años el trabajo de investigación. Y era muy complicado llegar, no era como hoy, que todo el movimiento minero hizo que haya, por ejemplo, mantenimiento de rutas y que no se corten. En el momento que empecé a pensar la película y a viajar a Tolar, era un lugar poco accesible para llegar, incluso, y es algo que pinta la situación, teníamos que llevarnos desde Salta la comida, porque no había ni siquiera un comedor. Entonces era un cambio shockeante. Y otra cosa que me pasó... Estela vino a Buenos Aires a visitar a un pariente, vino con sus hijos. Y yo la buscaba todos los días para salir a pasear, y me pegaba a unos estresazos, porque imagínate que los hijos de ella en Tolar Grande son almas libres, van por todo el territorio sin ningún problema. Te imaginarás el estrés que significaba para mí estar con ellos en la línea D del subte y pensar "no se me pueden perder", "que no se bajen en una estación". Es shockeante el cambio, incluso de Salta capital a Tolar Grande. Y yo creo que La Puna tiene algo que yo tenía muchas ganas de transmitirlo en la película, tiene por un lado algo místico, de inmensidad, de algo precioso, unos paisajes magnéticos, hipnóticos, y, por otro lado, una agresividad muy grande, y una gran hostilidad. Es un lugar donde la vida es complicada. Los pobladores traen su comida desde San Antonio de los Cobres y no se puede cultivar en el lugar. Tiene un clima muy extremo, hay 40 grados de amplitud térmica entre la madrugada y la tarde... Todo eso quería, de alguna manera, transmitirlo en la película, ¿no?
Viajás también culturalmente... ¿Cómo llegaste al tema?
Yo estaba escribiendo un guion de ficción ambientado en el Día de las Almas, y como en Salta capital no se festeja con el volumen con el cual se vive en Tolar Grande, decidí ir a allí; sabía que en el pueblo se toman una semana para preparar el ritual, para cocinar para sus muertos, para preparar flores de papel. Sabía que era un ritual muy importante en Tolar, y lo elegí como escenario de la historia de ficción que quería contar. Y cuando llego, conozco a Estela, esta mujer para mí es una gran narradora, y ella estaba viviendo un duelo muy difícil porque acababa de perder a su madre. Y cuando hablo con ella me cuenta que soñaba con la madre muerta, y rápidamente entendí que en esos sueños ellas tenían una especie de relación cotidiana, porque soñaba con la madre y la madre le decía que "tenés que llamar a tu hermana mayor y decirle tal cosa", y Estela lo hacía. Entonces me pareció muy bonito, los sueños eran un campo como una frontera difusa donde ella podía encontrarse con su madre muerta. Y una primera idea de esta película era filmar esos sueños. Y ahí cambié todo, dejé en stand-by el guion de ficción y empecé a hacer una especie de retrato de esta mujer.
¿Y cómo te fue con ese retrato?
Ese retrato llevó más que nada tiempo. Fueron 5 años de viajes y de entrevistas que hice en Tolar. Y pienso hoy, cuando miro la película, que ese retrato es imperfecto, pero está bien porque uno nunca termina de conocer a otra persona, así como también capaz que nunca terminamos de conocernos a nosotros mismos. Me quedé en paz con la idea de que todo tiene un tiempo, y en ese tiempo me acerqué todo lo que pude a ella.
¿Qué significa una ópera prima?
Fue un parto, y la verdad es que tuvo tan buena recepción... Ni bien la terminamos, la mandamos al Festival de Mar del Plata y nos contestaron que la querían para la competencia internacional, y te imaginarás: una primera película compitiendo, con un montón de directores y directoras del mundo... Para nosotros fue una gran sorpresa, y no solo eso, sino que ganamos muchos premios, así que nos dio mucha visibilidad. Y para mí una ópera prima significa, y creo que una segunda película será lo mismo, un proceso en el cual aprendí un montón, aprendí un montón sobre cine y fui construyendo herramientas propias para hacer mi propio cine, porque no hay una receta. Es eso, un tiempo en el cual estás aprendiendo un montón de cosas y lo que me movía era un interés muy genuino por la vida en la Puna, por el rito y el vínculo con los muertos, y quería a través del cine acercarme a esos temas que son universales...
Recuperás algo muy vivo en las comunidades y lo hacés visible.
Además, son rituales que se van perdiendo, ¿no? Hay una transformación, no lo digo por Tolar Grande, por Argentina, lo digo a nivel mundial. Hay una globalización en las formas de vida, y eso a mí me parece muy triste. Me pasa que estoy viviendo en Buenos Aires, y si yo tuviera que prender una cámara y contar una historia, no sabría para dónde apuntarla. En cambio, vengo a Salta y siento que tengo tan adentro del cuerpo todo lo que vivo acá, y las cosas que se dan, y eso es lo que quiero narrar, lo particular de mi ciudad, de mi provincia, de nuestras historias. Las formas de vida distintas enriquecen finalmente el planeta y a la humanidad. Y me da tristeza cuando cosas tan particulares se van perdiendo.
Te recibiste en diseño de imagen y de sonido...
Es una carrera en la UBA, y no está orientada solo al cine, sino que está orientada al diseño de imagen y sonido en general, uno puede terminar siendo artista visual, hacer video-performance. Es amplia. Empecé pensando en que iba a hacer diseño de sonido y música para cine, porque yo venía de estudiar Música. Hoy, con el diario del lunes, te diría que me hubiese encantado estudiar directamente Dirección o incluso Montaje, que es mi profesión, me gano la vida montando películas. Me hubiese gustado estudiar eso en la Escuela Nacional de Cine, la ENERC. Pero, en su momento no lo sabía. Si vos, a mis 20 años, viviendo en Salta y estudiando en la Escuela de Música, me decías que me iba a dedicar al cine o a vivir del cine, no te hubiera creído... Tuve el privilegio y la oportunidad de irme a estudiar a Buenos Aires porque parte de mi familia vive allá, y ahí recién vi la posibilidad de hacer cine.
¿Y cómo te decidiste a tomar esa posibilidad?
Dime con quién te juntas y te diré quién eres, hay un poco de eso. Cuando me mudé a Buenos Aires, empecé a juntarme mucho con fotógrafos y con cineastas. Me interesaba ese campo, pero no lo veía como posible. Por eso yo soy una defensora férrea de la educación gratuita, de calidad y federal. Siento que en cada persona hay un artista, no es que los artistas o los cineastas son un grupo reducido de gente, tocados por una varita mágica. Pienso que cualquier persona estudiando, teniendo las herramientas, es capaz de desarrollar una carrera artística, y en eso ayuda muchísimo la educación. La educación es emancipadora. Por eso me encanta la función del Instituto Nacional de Cine, que hoy está tan vapuleado y tan frenado por el gobierno, y la función de la Enerc, del Incaa, que están tanto en Jujuy como en San Juan, La Pampa, como en el sur. Me encantaría que en el día de mañana haya posibilidades a lo largo y ancho del país. El país cambia, pero abismalmente, entre el norte, Buenos Aires, la Patagonia, y me parece muy bonita esa diversidad. Entonces, pude estudiar en Buenos Aires de manera gratuita, pero me encantaría que el día de mañana eso se diera a lo largo y ancho del país.
Y tu primer largometraje está hecho en Salta, esa elección dice mucho.
Como te dije, finalmente mi identidad y mi interés genuino está acá, en el norte. Me gusta contar las historias de acá, de donde soy, de donde nací, de donde me crié, con todo lo que pasa. Yo creo que en "Las Almas" hay un gran espacio... se muestra la creencia religiosa, la herencia del catolicismo, el paganismo, la creencia en la naturaleza, en los curanderos y todo eso me gusta mostrarlo así, porque creo que esa es la complejidad de la vida que vivimos.
Tu proyecto de ficción, ¿se puede hablar de él?
No. Está muy en pañales, así que empezaría a mentirte. Pero ya tengo dos personajes para dos mujeres salteñas que no son actrices, me interesa mucho el trabajo con no actores, y precisamente me estoy formando en dirección de actores, para tener más herramientas para trabajar, para desarrollar escenas... Sí sé que esta vez quiero, a diferencia de Las Almas, filmar en Salta capital, siento que hice como un trabajo de buscar locaciones toda mi vida, porque me crié acá, entonces sé perfectamente que quiero filmar en el centro, en el Mercado San Miguel, en La Casona y qué historias quiero contar. Pero, bueno, está en proceso de escritura. Pasa que cada vez que vengo a Salta me siento superinspirada y, no sé, con solo salir a caminar un día por la ciudad ya tengo ideas para el guion, por eso para mí es tan importante volver acá. Si querés, dentro de medio año podemos conversar y ya te contaré más cosas, pero ahora está en proceso de escritura.