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"La mejor forma de aprender es cuando te enseñan desde chico, ya que tenes la grabadora mental más fresca", dijo Quispe. Foto Javier Rueda
Hace 54 años que abraza el oficio que aprendió de su padre, quién tenía un taller en la calle Pellegrini, el cual funciona hasta estos días.
20 DE Julio 2024 - 00:00
José Quispe tiene 69 años y hace 54 que es sastre, un oficio que aprendió de su padre, uno de los primeros de Salta. Dentro de su taller que funciona en la calle Pellegrini 489, recuerda su atenta mirada ante las indicaciones que le dio su papá, cuando él era apenas un adolescente de 15 años. En ese entonces ya sentía la misma "pasión" y "amor" por el noble trabajo con las manos y telas, que su progenitor le dejó como un legado. Hoy realiza sacos, trajes, vestidos y repara ropa para diferentes clientes, entre ellos el arzobispo de Salta, quién desde hace años confía en su profesionalidad.
"La mejor forma de aprender es cuando te enseñan desde chico, ya que tenés la grabadora mental más fresca", sostuvo José.
Y luego comentó que la buena memoria es un factor importante para estar en los detalles que requiere ser sastre. Además, recordó que su papá trabajó toda su vida en el oficio y fue muy requerido, ya que hace décadas se acudía mucho más a sus servicios. Debido a que la gente se preocupaba más en lucirse con sus trajes, las terminaciones y sus confecciones.
"El taller de calle Pellegrini ya tiene aproximadamente 80 años y seguimos porque la verdad es que me gusta mucho mi oficio", expresó.
El sastre contó que hoy en día el oficio no es tan requerido como antes, ya que ahora todo es más comercial y se ven pocos talleres de sastres en Salta. En la misma línea relató que su trabajo es más personalizado, ya que en reiteradas ocasiones se acerca a las casas de sus clientes para realizar sus trabajos. Y resalta que lo que más le importa es lograr una prenda de calidad, con buenas terminaciones. Por eso tomar las medidas no es solo para saber los centímetros de una prenda, sino el estilo y la forma que mejor le queda a la persona.
Sobre los recuerdos frescos en su memoria contó que su padre tenía de vecino en la zona del taller al poeta Manuel J Castilla, quién se acercaba a verlo mientras el se encontraba sentado en su máquina "Singer", leyendo el diario El Tribuno antes de arrancar la jornada de trabajo.
Además remarcó que mientras su padre hacia su trabajo al mismo tiempo le iba enseñando con mucho cariño los detalles del oficio, es algo que "no olvidará nunca". Y algo no menos importante que le dejó antes de fallecer, es que las personas que hacen las cosas con cariño siempre logran un trabajo bien hecho, viendo los moldes, revisando las medidas, es decir se trata de estar en todos los detalles. En definitiva significa poner amor en las cosas que hacemos a diario.
José destaca que el paso del tiempo hizo que muchos talleres del rubro desaparecieran. Lo que también tiene que ver con los nuevos hábitos de la gente, que busca menos confección y más agilidad en las cosas. "Muchos dicen a las personas que cualquier prenda les queda bien con el único objetivo de vender", sostuvo.
Luego resaltó que las generaciones anteriores recurrían mucho más a los sastres.
En cambio hoy se acercan mayormente los que tienen un evento determinado y es cuando le dan más importancia a su vestimenta. Es decir, es el momento en que las personas buscan lucirse. Luego comentó que sus clientes van por el boca a boca, cuando una persona queda contenta con su vestido, sacó o traje, lo comentan y eso atrae a otros.
El fuerte y especialidad de Quispe es la producción y confección de trajes para hombres y mujeres. Sin embargo, los años de experiencia le permitieron animarse a realizar camisas, polleras, vestidos, sobre todo con buena caída y estilo propio.
"Este es un oficio que no veo que se proteja, para mí es una profesión única que debe ser bien transmitida de generación en generación", expresó.
El sastre destacó que la forma en que más se aprende es a través de la práctica constante. No es sólo con teoría, sino que se debe trabajar, hacer y rehacer con un maniquí y todas sus herramientas.
Con el paso del tiempo y las nuevas tecnologías, las máquinas de coser evolucionaron y en ese sentido dijo que siempre es necesario adaptarse a lo nuevo, ya que es algo que suma. Por ejemplo resaltó que antes "surfilar" se hacía a mano únicamente y eso requería de más tiempo. "Todo lo que sea moderno hay que aprovecharlo a favor del oficio", afirmó a El Tribuno.
"La gente que me conoce sabe cómo trabajo, les agradezco porque lo que más me ayuda es el boca a boca", aseguró.
Finalmente comentó que le encantaría poder enseñar sobre el oficio, ya que hoy en día se dan cursos cortitos y los jóvenes realmente no llegan aprender lo necesario, sería importante que haya más sastres en Salta.