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Antonio Salgado, médico infectólogo.
18 DE Agosto 2024 - 19:20
En marzo de 2020, cuando se declaró la cuarentena por el coronavirus en Argentina y todo el mundo estaba en alarma, había mucha incertidumbre entre la población. La gente temía de dar abrazos y hasta se dejó de saludar con la mano. Se impuso el saludo del codo a codo. El infectólogo Antonio Salgado llevó un poco de claridad para la audiencia de El Tribuno. A cuatro años de esos momentos críticos, el profesional recordó lo vivido.
"Todos los que en ese momento trabajamos tuvimos miedo, todos los sanitaristas. Algunos fuimos mas visibilizados que otros pero hay gente que trabajó a destajo, en el anonimato", reflexionó Salgado.
En marzo de 2020 se dispuso el aislamiento social por la pandemia ¿Cómo recuerda esos momentos?
Me acuerdo que la primera reflexión que hicimos es que era una crisis totalmente distinta a las que pasamos y que cuando volviéramos íbamos a regresar a un mundo distinto, a un punto de salida diferente al que partimos. Era una crisis, una pandemia previsiblemente impredecible, donde las certezas y los datos envejecían rápidamente. Entonces había que tomar decisiones racionales y fácticas basadas en hechos reales y no en teorías. Lo mas importante de la crisis era la toma de decisiones y había que tomarlas rápidamente.
¿Cómo cree que funcionó El Tribuno y otros medios de comunicación para llevar información correcta en un tiempo de incertidumbre?
El Tribuno fue fundamental porque intentó comunicar la realidad de la situación sabiendo que había mucha incertidumbre y negacionismo. Por esto último se entiende el hecho de negar la realidad para evadir una verdad que incomoda y El Tribuno ,yo creo que, dio tranquilidad a la gente contando datos reales, no ficticios.
Usted hizo aportes fundamentales justamente para la gente que debía tomar decisiones. Estaba el COE y otros organismos que determinaban las restricciones. Todo fue cambiando con el correr de las semanas Primero se le pedía a la gente que se quedara en casa y después se liberaban las actividades. ¿Cómo fue sobrellevar esos cambios de información tan repentinos?
Esto es como que un director de orquesta te cambie la partitura de manera diaria. Las verdades de hoy eran las mentiras de mañana, o sea, siempre lo decíamos. Lo que era importante era saber. Empezamos con el distanciamiento, las restricciones, el uso del barbijo, el negacionismo, la incertidumbre, los miedos y sobre todo el hecho de que no sabíamos que nos estaba ocurriendo. Era un virus poco conocido. No había una inmunidad preexistente, ni había vacunas en ese momento. La única posibilidad que teníamos era distanciarnos, usar el barbijo y evitar así la transmisibilidad masiva.
¿Qué cree que cambio el COVID en la humanidad o en la sociedad?
Creo que fue un antes y un después. Siempre supimos que el COVID era la versión del siglo XXI de la gripe española, aquella gripe de 1918 que llegó a más de 50 millones de muertes y eso trajo mucho miedo. Nos preguntábamos como sería la vida poscovid, si podríamos planificar ese futuro. Lo que estaba claro es que aquella variante Omicron, que apareció el 21 de noviembre de 2021, para mi fue la apoteosis de la pandemia. Fue una buena noticia porque era una variable muy democrática, afectaba a todos por igual: vacunados, no vacunados, a los que habían padecido la enfermedad y los que no. Y tenia una repercusión clínica de muy bajo impacto. No había muchos óbitos a raíz de esto. De todas maneras, en lo personal creo que, hay mucha gente que se internaba con COVID y no por el COVID. Y hay mucha gente que murió con COVID y no por el COVID.
¿Puede explicar un poco más la diferencia?
Hay gente que hacía, por ejemplo, un abdomen agudo, una peritonitis y fallecía y por motivos protocolares se hisopaban y aparecía COVID positivo. No hay que olvidar que el 70 por ciento de los casos de COVID eran asintomáticos, es decir, no era la causa del apendicitis indudablemente. Yo creo que al COVID se le atribuyeron propiedades que no tenía.
¿Cómo se sintió usted? ¿En algún momento sintió temor?
Todos los que en ese momento trabajamos tuvimos miedo, todos los sanitaristas. Algunos fuimos mas visibilizados que otros pero hay gente que trabajó a destajo, en el anonimato y que merece un reconocimiento. Absolutamente todos los sanitaristas lo merecen y no solo los médicos, sino los enfermeros, el personal de maestranza, de limpieza y los fisioterapeutas que cumplían un rol fundamental en la pandemia.
Después usted empezó a ser consultado por muchos medios, como médico de referencia. ¿Cómo fue esa experiencia de empezar a hablar en los medios, mas allá de El Tribuno?
Para mí fue algo muy novedoso. Me sentía extremadamente honrado porque sentía que la gente confiaba, y de eso se trata la información, de confiabilidad, de no tener sesgo, de no tener absolutamente ningún interés político, económico ni de ninguna otra naturaleza. Es importante recordar que es clave la credibilidad. Yo siempre digo que si en la pandemia en vez de estar los actores que estuvieron en este país, el que recomendaba la aplicación de la vacuna hubiera sido el doctor René Favaloro, fallecido aquel fatídico 29 de julio de 2000, nadie hubiera dudado de su veracidad. Él hablaba de la moralización de la función pública y quedo demostrado con esto de los vacunatarios vip, etc que eso desprestigió a la función pública.