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El grupo de padres es una réplica de una movida que comenzó en Inglaterra en febrero. A fines de marzo, la idea se concretó en Buenos Aires, y comenzó a expandirse. Qué dicen algunos especialistas internacionales, cómo lo viven algunas comunidades como la judía ortodoxa y qué acciones en comunidad se pueden tomar.
7 DE Agosto 2024 - 19:05
Manos libres es un movimiento de padres que empezó en el colegio los chicos, en Buenos Aires. “Este grupo es una réplica de un movimiento que ya se había presentado en Inglaterra en febrero. Nosotros comenzamos a fines de marzo y principios de abril”, contó Loli Larguía, que junto a otros cinco padres comenzaron a moverse en la escuela de sus hijos y en todo aquel que quiera oír, sobre el uso controlado de los smartphone.
“Todo es muy reciente. Primero eran cuatro padres que se juntaban, de tercer grado, después se sumaron dos más. Yo tengo hijos en segundo grado, y en segundo año y cuarto año. Todos coincidimos en promover el límite del uso de los celulares”, agregó Loli que junto a Gonzalo Arauz, Luciana Schwartz, Flor Colela, Javier Leveretto y Ele Griolli, trabajan en este proyecto.
“La idea que que nosotros promovemos se basa en cuatro pilares, que son: demorar la entrega de los teléfonos inteligentes, por lo menos hasta los 4 años, después demorar la entrada de las redes sociales, hasta por lo menos las 16 años, colegios libres de celulares y que se vuelva el juego libre”, detalló Loli, que recordó la necesidad que existe actualmente de que los chicos interactúen y que se aburran y que aprenden a jugar, de nuevo.
“La idea es decirles `váyanse a jugar´, porque ahora estamos todos encima de los chicos, es como una sobreprotección, en el mundo real y a la vez como una desprotección en el mundo digital”, describió Loli, que detalló que la mayoría de los padres, hoy les pregunta a los chicos qué hicieron en la escuela, con quién estuvieron, pero no les pregunta con quién estuvieron en el chat.
Loli Larguía, es comunicadora y advierte que para lograr alcanzar estos objetivos es necesario el trabajo en comunidad. “Obviamente que cada familia y cada chico es un mundo aparte, pero lo que nosotros pensamos es que hay que ponerse de acuerdo en comunidad. Hay que lograr acuerdos en el colegio, acuerdos en el club, acuerdos en el barrio. Porque si tu hijo es el único que no tiene celular y justo en esas edades es muy complicado, no se logra nada”, alertó Loli.
Desde Manos libres reconocen que la tecnología es un herramienta muy útil, “el tema es el uso”.
“Y como casi todas las cosas de la vida, lo que pasa que estos teléfonos es que estas plataformas ven a nuestros hijos y a nosotros, como un cliente al cual tiene que acaparar todo el tiempo”, describe Loli.
Ciertamente, cuando uno toma el teléfono para hacer una breve consulta, termina pasando media hora o más.
Para evitar que los chicos se conviertan en esos consumidores sin límite de las distintas plataformas. Manos libres propone que el celular nunca se cargue en el cuarto, que no usen el smartphone al menos dos horas antes de irse a dormir, ni que se utilicen cuando se sientan compartir la mesa. Y también que eviten llevar el celular cuando van una encuentro con amigos, siempre que haya un adulto responsable presente.
“El tema del cuarto es muy importante porque en el cuarto, el adolescente está solo y requiere de ese tiempo solo. Necesita pasar un proceso de angustia, de tristeza, de reencontrarse, es un tema de perder y de encontrar. Eso es la adolescencia”, agregó Loli.
El psicólogo norteamericano Jonathan Haidt, publicó en febrero su libro The anxious generation (La generación ansiosa).¿Será cierto que el uso del celular y de las redes sociales están detrás de la epidemia de trastornos psíquicos de los adolescentes?
Desde que el libro de Haidt se convirtió en best seller, miles de padres en todo el mundo decidieron tomar medidas. La idea ya se venía gestando también con el libro Bad therapy (Mala terapia) de la periodista norteamericana Abigail Shrier, que apunta a que el estilo de crianza amable y el abordaje psicoemocional que signaron la educación en los últimos años, en lugar de ayudar al desarrollo de los niños, los están enfermando. También Shrier pone bajo la lupa a las redes.
En una entrevista, cuando le preguntaron cómo se manejaba con sus propios hijos, contó que el mayor estaba entrando en la secundaria y que ella y su marido habían pensado en darle un “teléfono kosher”. La denominación teléfonos kosher se debe a que son los que utilizan las comunidades ultraortodoxas judías en Israel y en otras partes del mundo porque no tienen redes sociales, WhatsApp, ni acceso a internet. Solo permiten enviar SMS y hacer llamadas. Son analógicos, esos que están guardados por años en los cajones de las casas o se convirtieron en juguetes.
Loli y Florencia de Manos libres, son algunas de las madres que ya comenzaron a investigar por los teléfonos analógicos. ¿Se venden? ¿Funcionan si se les pone un chip? Las respuestas hasta ahora no fueron muy favorables: las compañías les explicaron que hay pocos en el mercado.
Marcela Waisman es psicóloga especialista en adolescencia y asegura que el impacto de la vida digital en la salud emocional de los adolescentes es enorme, tanto por la sobreexposición a ciertos estereotipos como por el problema de las apuestas online. “Esto es relativamente nuevo porque hasta hace poco no tenían una billetera virtual en su teléfono”, apunta. Sin embargo, considera que prohibir el uso de los dispositivos no es el camino. “Más que preguntarnos cuántas horas pasa un chico frente al celular, debemos preguntarnos qué cosas deja de hacer, de qué cosas se priva por estar metido en el celular. Tenemos una cultura de la gratificación inmediata que no es real.
Las perspectivas de los expertos varían, pero todos coinciden en que los adultos no pueden permanecer ajenos a lo que sucede en las pantallas de sus hijos.