La Bombonera estalló tras el pitido final. El Superclásico, ese duelo que paraliza a un país entero, volvió a demostrar su capacidad de generar emociones intensas y desbordantes. La anulación del gol sobre el final fue la chispa que encendió la mecha de una noche que ya venía cargada de tensión.

Los hinchas xeneizes, que vivieron el partido con el corazón en la mano, vieron cómo se les escapó el empate en el último suspiro. La decepción se transformó rápidamente en bronca, y los silbidos resonaron con fuerza en el saludo final del equipo. Los jugadores, conscientes de la ira de la tribuna, se retiraron del campo bajo una lluvia de reproches.

Este ambiente recrudeció cuando Sergio Romero, el arquero de Boca, protagonizó una escena que fue captada por las cámaras de la transmisión oficial.

"Chiquito" no pudo contener su enojo y, en un impulso descontrolado, se dirigió hacia las tribunas. Trepándose a una de las vallas, encaró a uno de los hinchas que lo había insultado. La imagen de un jugador de fútbol confrontando a un fanático fue surrealista y generó un gran revuelo.

Sus compañeros y los miembros de seguridad intentaron calmarlo y alejarlo de la situación, pero Romero parecía decidido a continuar con su enfrentamiento. Finalmente, tras varios minutos de tensión, fue convencido de retirarse. Sin embargo, lo hizo con gestos de enojo y lanzando insultos hacia la tribuna.

Este incidente, que rápidamente se viralizó en las redes sociales, dejó al descubierto la pasión desbordante que caracteriza al fútbol argentino, pero también la frustación de un arquero que ha sido muy cuestionado por sus últimas actuaciones.